Países Bajos jugó como Holanda. España no jugó como España, desconectada en Rotterdam hasta que Merino, en su nuevo oficio de ariete, empató en el último asalto del encuentro. En este piso de la Liga de las Naciones ya no hay alfombras. El campeón de Europa buscará la clasificación en el santuario de Mestalla.
Con los títulos llegan episodios que exceden las pizarras. Los equipos campeones disponen de una bala y una bola extra. España exprimió los últimos minutos del partido, cuando Holanda se había quedado con diez, para hacerse con un empate que se acercó a una cuestión de chamanes.
La estela de Cruyff
La selección de Ronald Koeman mostró un nivel inesperado en De Kuip, la bañera del fútbol holandés, el territorio en el que se retiró como futbolista Johan Cruyff, el genio al que sólo le faltó ser balón, aguardaba un partido de alta sociedad. En medio de los mordiscos a España le faltó la personalidad y la jerarquía de varios de los ausentes. De esta selección no hay por qué dudar por una mala función en la que se lleva un empate de diamantes.
Durante años, Holanda, cuando le llamábamos Holanda, hipnotizaba con la camiseta naranja, la melena, las patillas, las tobilleras y ese fútbol en el que no existían las posiciones, en el cual un lateral aparecía en el área y un ariete se iba a jugar de líbero. Holanda ya no es Holanda, es Países Bajos, y el encanto se ha roto, pero sabe de qué va esto.
Cuando el partido se disputaba en un tablero de ajedrez, Lamine Yamal robó un balón en una esquina a Hato, lo pasó a Pedri y en el corazón del área resolvió Nico Williams, que se revolvió como si fuera Gerd ‘Torpedo’ Muller, que es nombrar al demonio en todo el espacio aéreo neerlandés.
Derechazo de Gakpo
La incidencia espabiló a Países Bajos. En la banda derecha, Frimpong, el soldado de Xabi Alonso en el Leverkusen, era una pitón ante Cucurella. El equipo de Ronald Koeman estrujó la salida de balón española para desactivar a Zubimendi, Fabián Ruiz y Pedri. La naranja se hacía mecánica durante un rato, suficiente para que Gakpo empatara de un derechazo imponente.
España, desconocida durante un buen tramo, sufría ante el empuje naranja, que rondaba el gol en sucesivas avalanchas. Reijnders rozaba el larguero y para rematar desgracias se marchaba lesionado Cubarsí, que precipitó el bautizo de Huijsen, un chico de Amsterdam, que no es la ciudad más entrañable para el público de Rotterdam. El empate al descanso era casi un triunfo porque España no había sido España.
Con este panorama la continuación fue otra tortura. De Jong, Reijnders y Kluivert controlaban el juego y en la banda derecha se hacía almirante Frimpong, que en otra diablura regalaba el segundo gol. El zurdazo de Reijnders fue inalcanzable para Unai Simón.
España, incómoda, no encontraba una pista libre para llegar a la portería de Países Bajos. Si De la Fuente cambia a la vez a Lamine Yamal, Pedri y Morata es que la escudería iba floja. Con Ayoze, Oyarzabal y Dani Olmo en el campo se buscaba una jugada milagro que facilitó la expulsión de Hato, descontrolado en una entrada Le Normand.
Contra diez, Nico Williams, el más peligroso de España, disparó a puerta y el despeje inadecuado de Verbruggen fue a parar a la bota de Merino, uno de los héroes de la Eurocopa. Los equipos campeones no necesitan jugar bien para llevarse el gordo. Mestalla aguarda al campeón de Europa.